Relato escrito para la Selección Relato JJOO Interforo 2012, con el que fui seleccionada para representar a los Foros de KHWorld. Por desgracia, he perdido el relato con el que participé junto a los demás foros, así que esto es lo único que he podido salvar. Espero que lo disfrutéis.
Desde que tenía uso de razón supe que quería dedicarme al patinaje artístico. Destreza combinada con elegancia. Grandes saltos de exquisita belleza, giros que me robaban el aliento. Mientras otros niños veían programas de la tele o dibujos animados, yo volvía a ver por enésima vez un VHS con la grabación del último campeonato mundial. En el colegio se burlaban de mí por querer ponerme trajes ajustados como los hombres del ballet. Lo único que podían observar con sus ojos de ignorantes era a un “afeminado”, una “nenaza”. A los doce años me apunté a clases de patinaje en el pueblo donde crecí, recibiendo el apoyo de mi profesora. Pero la mayoría de alumnas eran, eso, chicas. Se veía raro que alguien como yo quisiera bailar sobre el frío y duro suelo de invierno. Y más cuando, en esa época, las caídas eran constantes. El equilibrio no era mi mejor amigo, tuve que ganármelo a base de esfuerzo. Un año después, mis padres tuvieron que quitarme de clases. No podían pagarlas. Caí en la tristeza, mis sueños se esfumaron en un leve suspiro y mi destino sería satisfacer a mis padres con una carrera de prestigio, pues no se me daban mal las ciencias.
Pero es entonces cuando conocí a Rebeca. Una mañana de Navidad, me descubrió en el parque del pueblo. Aprovechando el estanque helado para practicar, para evadirme del mundo y no pensar en que el patinaje había desaparecido de mi vida, así sin más.
Tapada con su bufanda, del color verde de sus ojos, con esas graciosas pecas que inundaban su rostro… me aplaudió, pidiendo que le enseñase a patinar.
No tardó en ser mi mejor amiga. La invité muchas veces a mi casa, enseñándole mi colección de VHS, los mejores espectáculos… ella quedó maravillada por los trajes de las chicas que practicaban patinaje artístico. “Ojalá algún día pueda probarme un traje así”, me dijo. Entonces, fue cuando yo le pregunté: “¿Quieres ser mi pareja?”
Aquel comentario tan inocente de un chico de trece años se convirtió en la decisión más importante de mi vida.
Hoy, ella luce un vestido propio de las más grandes, del verde de sus ojos. Sus pecas brillando a través del maquillaje de fantasía, haciéndola parecer una diosa de la naturaleza. Nervios. Oímos el fulgor del estadio, llamando a nuestro querido país: la tierra a la que representamos en estos Juegos Olímpicos. Sí. Habíamos llegado a lo más alto.
Agarro su mano y, tras dedicarle una sonrisa, el mundo se congela y millones de espectadores nos observan.
La pista es nuestra.
¡Recordad, un blog se alimenta de vuestros comentarios! ¡Gracias!
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