(Entrada escrita a 1 de Febrero del 2016 en plataforma Wordpress)
Igual que el año pasado, coincido día 1 de Febrero para hacer un resumen sobre mis experiencias del 2015 y, debido al motivo de atrasar (como siempre) las entradas especiales de año nuevo, también añado un poquito de lo sucedido durante principios del 2016.
Si bien el año pasado fui mes por mes, contando cada minucioso detalle que mi cabeza lograba recordar sobre lo acontecido cada treinta días, esta vez quiero relatar sobre la marcha, sin un orden establecido. Incluso me encantaría comenzar contando cómo me encuentro ahora.
Porque no sabéis lo feliz que me siento ahora mismo en mi puesto de trabajo. Estoy rodeada de compañeros y compañeras, tanto enfermeros, médicos como auxiliares, que me valoran bastante, pacientes que consiguen arrancarme una sonrisa constantemente y una jefa de planta muy, pero que muy maja. He aprendido mucho durante este mes y siento que poco a poco estoy consiguiendo alcanzar mis propósitos.
El pasado 22 de enero se cumplió un año de la entrevista que hice en Madrid para trabajar aquí, en Inglaterra. Si bien no recuerdo ya el nombre del hotel donde nos reunimos con las enfermeras del hospital, sí que voy a acordarme de los nervios previos, repasando una y otra vez los improvisados apuntes que me había preparado para la entrevista, mientras que en la tele se emitía la película más bizarra que podría escuchar de fondo la noche antes de algo tan serio (al menos para mí sí que lo era), El Día de la Bestia. Tras una noche de insomnio y amanecer a primera hora de la mañana, sin más alimento en el estómago que un vaso de leche y una o dos galletas con desgana a causa de los nervios, Laura y Salvi me acompañaron al hotel, despidiéndose de mí y deseándome la mayor de las suertes.
¡Quién me iba a decir a mí que, tras cuatro eternas horas, iba a salir del hotel con un contrato bajo el brazo! La euforia era insostenible, por fin iba a poder trabajar de enfermera, y en el sector público de un país extranjero, ¡ni más ni menos!
Las semanas siguientes fueron espantosas, para qué nos vamos a engañar. Tuve que preparar un montón de papeleo, entre ellos descubrir qué vacunas faltaban en mi cartilla (pues ésta era un mísero papel cutre del colegio que daba lugar a cientos de dudas acerca de las dosis), y lo mejorcito de todo era que no estaba registrado en ningún sitio. Para colmo, tuve que trasladarme a Cáceres para terminar un par de cosas que no podían hacerse en Badajoz. Ese día acabé tirándome de los pelos porque no paré de moverme entre bancos, oficinas y mil historias a las que se sumaban más problemas a medida que pasaban las horas. Finalmente, y gracias a que mi señor padre vino conmigo, conseguimos todo lo que necesitaba para enviar a la empresa que me estaba ayudando a tramitar los papeles con el hospital. Incluso recuerdo que hubo más de un problema días después con traducciones, cartas de recomendaciones… inevitablemente caí con fiebre, bajo la alarmante cifra de 39 grados.
Todo consiguió mejorar con la sorpresa que me preparó mi señor, el científico malvado. Apareció por sorpresa en Badajoz y pasamos dos semanas juntos, disfrutando y celebrando que ambos habíamos conseguido cumplir nuestras metas para el 2015, pues él había logrado terminar, al fin, su ingeniería. Orgullosa no, lo siguiente:)
Marzo fue un mes de transición, preparando más historias, comprando maletas, preguntando dudas a los enfermeros que ya llevaban trabajando en Huddersfield desde Enero…
Llegó el gran día y, tras muchas despedidas, cada cual más dolorosa (pude incluso hacer una escapada de tres días a Algeciras), mis padres y yo nos dirigimos a Málaga, donde el 10 de Abril cogería el avión con Noelia, quien fue la persona con la que compartí de forma más cercana la experiencia de pisar por primera vez el extranjero para trabajar.
No es fácil. El día antes de embarcar me quedé sola en la habitación del hotel donde nos quedábamos, me miré al espejo y no pude evitar hacerme la pregunta: ¿Qué estoy haciendo? Estaba a punto de irme a un país desconocido, con gente desconocida, dejando atrás a mi familia, a mis amigos de toda la vida, a mi pareja, todo lo que quería… por un trabajo.
Pero gracias a la experiencia de algo completamente nuevo para mí, el viaje a lo desconocido, ese chute de adrenalina instaurado en el cuerpo, la emoción de querer llegar, unida a la cálida bienvenida de todos los demás… aquella sensación de malestar desapareció.
Esta foto es demasiado épica |
¡Hay gente tan diferente en el mundo! Éramos españoles, pero cada uno de un punto diferente de la península. Conviviendo juntos, te das cuenta de las manías de cada uno, de sus intereses, las costumbres de su tierra… creo que es algo maravilloso conocer gente nueva, y más con la cantidad de culturas entremezcladas aquí en Reino Unido (a pesar de que me cuesta bastante ser yo misma si no existe la suficiente confianza), aunque debo admitir que, a pesar de un primer mes lleno de quedadas, aventuras en las residencias y visitas al hospital, sentía que me faltaba algo.
Y es que es muy difícil si echas de menos a los de siempre. A día de hoy, sigo suspirando por las personas que siempre estaban ahí para ti, día tras día. Me considero una persona muy dependiente de los demás, especialmente con las que realmente siento que encajo más. No lo sé.
A pesar de ello, no me arrepiento de haber tomado la decisión de venir a trabajar.
En total han sido cinco las veces este año que he podido volver a España para estar cerca de los míos. En Junio tuve una boda en Ceuta, ni más ni menos, así que me cansé de hacer decenas de viajes en avión, autobús, barco… una locura, pero que se vio compensada estando con mi nene unos diez días, y además poder ver a mis padres aunque fuera un par de estos y visitar con ellos el centro de Madrid.
Tuve la mala suerte de no poder coger vacaciones en Agosto, por lo que me perdí el verano del 2015 y lo pasé en Huddersfield, si bien con una temperatura máxima de 23 grados que sólo te permitía desquitarte de la cazadora por una temporada y dar gracias (admito que soy friolera de nacimiento). Sin embargo, tras pasar por tres habitaciones de residencia, finalmente nos mudamos a una casa inglesa entre cuatro personas.
No os voy a mentir: la convivencia da asco (xDD). ¡Que no, hombre! No me malinterpretéis, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero siempre sale a lucirse las malas, porque somos humanos y solemos pensar así. No es lo mismo vivir con alguien que conoces de toda la vida que con alguien que vas descubriendo día tras día. Aún así, puedo decir que tengo unos compañeros de piso decentes (y buena gente, muy en el fondo jejej) y que, aunque de vez en cuando tenemos nuestras batallitas campales, la convivencia se lleva bien y nos apoyamos unos a otros si es necesario.
En Septiembre y en Octubre pude visitar Badajoz y Madrid dos veces. Si bien la primera visita fue exageradamente corta y con cientos de planes acorde a que cumplía los 25 años, se compensó al mes siguiente con quince días de vacaciones que pude distribuir mejor.
Creo que la vuelta tras estas vacaciones y el mes de Noviembre fue la peor etapa del 2015. Empezaron los agobios, muchas noches de guardia, sueño alterado, echar exageradamente de menos a los de siempre. Por suerte, sólo fue un mes, y en Diciembre pude pasar un total de diez días con mi señor, celebrando el puente de la Constitución. Celebramos nuestras navidades particulares, nos regalamos muchas cosicas y nos dimos cuenta, con la tontería, de que ya llevábamos más de tres años juntos❤
Dejando el sentimiento empalagoso, fue la primera vez que pasaba las navidades lejos de casa. Si bien la última Nochebuena la pasé con la familia de mi señor, este año estuve rodeada de una docena de españoles que, al igual que yo, comenzaban sus vacaciones a finales de año, y quienes no trabajábamos la víspera de Navidad pudimos reunirnos para cantar, cenar y reír, olvidándonos por un momento de los kilómetros que nos separaban de los nuestros en unas fechas tan señaladas.
Cogí mi último avión a España el 1 de Enero, llegando a las tantas de la noche a Badajoz tras comerme unas doce horas de viaje entre tren, vuelo, metro y autobús. No me puedo quejar, pasé unos días en familia, con mi primo y mi prima pequeños que me los como a bocados❤ , disfrutando de juegos de mesa con mis padres y mi hermano reunidos en el brasero, con mi perrito a mis pies buscando calorcito… pude pasar el Día de Reyes con los míos de nuevo, que es sin duda mi día favorito de estas fiestas desde siempre. Volví a Inglaterra una semana después, algo melancólica, pero contenta y satisfecha.
Tras otro mes de esfuerzo, donde no han faltado las primeras nevadas del año en Huddersfield, puedo decir que ha sido un año diferente, emocionante y divertido, pero en el cual me ha faltado mucho de esas personas que son tan importantes para mí debido a lo que supone estar aquí.
Sólo espero que el año que viene sea igual o mil veces mejor que éste que dejo atrás y que nunca olvidaré. Ha habido momentos malos, como la muerte de un ser querido y de un animal que se encontraba viejo y cansado de tanto jugar durante sus diez años de vida, un suceso que me rompió el corazón...
Pero también ha habido momentos maravillosos, y eso no lo voy a olvidar.
Le doy las gracias a mi familia por estar ahí siempre, en especial a mi madre, que nunca deja de tener un momento para mí cuando me encuentro mal. También a mis amigos y amigas de toda la vida, a las que echo mucho de menos esos fines de semana solitarios. A la gente de Madrid, con la que he tenido la oportunidad de pasar más tiempo gracias a mis visitas. A todos mis compañeros de Huddersfield, que han hecho mi estancia aquí más llevadera y divertida. Y, por supuesto, a la persona que siempre ha apostado por mí y es lo más importante que tengo a día de hoy. Te quiero, peque.
Y eso es todo. No busco que la gente sienta interés en mi vida personal, pero escribir el año pasado mis experiencias del 2014 y leerlo un año después, hace que te sientas feliz de recordar cosas que habías dejado olvidadas por el camino.
Siempre he deseado seguir adelante con el blog, aunque no sé todavía cómo hacer para conseguir con él cierta estabilidad, escribir semana tras semana y no una vez cada tres meses. Espero que, con el tiempo, pueda lograrlo.
Gracias a los que hayan leído hasta aquí, ¡hasta la próxima entrada!